viernes, 27 de agosto de 2010

Sobre la muerte...

Sabemos a ciencia cierta que cuando mueren gran cantidad de neuronas, como en la enfermedad de Alzheimer, tienen lugar déficits de memoria, mermas en la cognición y cambios en la personalidad, así como mermas en la conciencia de lo que otra gente piensa y siente, y en la conciencia del tiempo y el lugar. Yo lo considero una especie de desvanecimiento progresivo de muchos aspectos del yo y sus capacidades, por lo que no podemos evitar pensar que la persona que antaño conocíamos y amábamos ya no está ahí. Todas las pruebas disponibles demuestran que el cerebro es necesario para las funciones asociadas a la conciencia. No sé cómo la conciencia podría sobrevivir a la muerte del cerebro, si necesita neuronas para sostenerse.

En el ámbito personal, debo decir que la compresión de que la muerte es el fin me hace sentir más sosegada ante ella de lo que me sentiría si intentara alimentar una esperanza ilusoria en algún tipo de cielo. Cuando era niña, un amigo mío que era indio americano me hizo notar una vez que sentía pena por los cristianos, porque éstos viven bajo la ilusión de un cielo mientras que él, por el contrario, podía prepararse para la muerte, transmitir las historias vitales de las personas, ayudarlas a morir mejor y aceptar el final como lo que es. Me pareció entonces que esto tenía mucho sentido, y me lo sigue pareciendo ahora.




Patricia Churchland

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